Poemas de amistad
¿Estás buscando poemas de amistad para dedicarle a algún amigo o alguna amiga? Entonces, estás de enhorabuena, porque, en esta página, encontrarás todo lo que necesitas. Contamos con los mejores poemas de este tipo.
Como podrás comprobar, contamos con poemas de amistad de todo tipo, y todos ellos escritos por los mejores autores de poesía de todos los tiempos, para que puedas disfrutarlos y cautivar con ellos. ¡Aprovéchalos bien!
La amistad ha sido, y sigue siendo, uno de los motivos de inspiración de poetas de toda índole, estilo y condición, seguramente porque es un elemento que ha configurado las vidas de las personas durante generaciones. Para que puedas darle una dimensión estética a todos esos buenos sentimientos, aqui podrás encontrar una selección de los mejores poemas de amistad de la historia.
Versos sobre la amistad
No te rindas (Mario Benedetti)
El famoso poeta nos brinda estos magníficos versos que son una alegoría a la vida del que quiere gozarla en todo su esplendor.
Un canto a los que no se rinden nunca y siguen soñando a pesar de todo, un poema para ensalzar la amistad en su sentido más pletórico.
No te rindas, aún estás a tiempo
de alcanzar y comenzar de nuevo,
aceptar tus sombras, enterrar tus miedos,
liberar el lastre, retomar el vuelo.
No te rindas que la vida es eso,
continuar el viaje,
perseguir tus sueños,
destrabar el tiempo,
correr los escombros y destapar el cielo.
No te rindas, por favor no cedas,
aunque el frío queme,
aunque el miedo muerda,
aunque el sol se esconda y se calle el viento,
aún hay fuego en tu alma,
aún hay vida en tus sueños,
porque la vida es tuya y tuyo también el deseo (1-16)
Poema de la amistad (Lope de Vega)
El reputado literato del siglo de oro, escribió esos versos de amistas para dirigirse a Jesús, a pesar de su aire religioso sigue teniendo una musicalidad de fondo que ensalza el valor de contar con amigos verdaderos que te acompañen en los duros días sin luz.
¿Qué tengo yo, que mi amistad procuras?
¿Qué interés se te sigue, Jesús mío,
que a mi puerta, cubierto de rocío,
pasas las noches del invierno oscuras?
¡Oh, cuánto fueron mis entrañas duras,
pues no te abrí! ¡Qué extraño desvarío,
si de mi ingratitud el hielo frío
secó las llagas de tus plantas puras!
¡Cuántas veces el ángel me decía:
«Alma, asómate ahora a la ventana,
verás con cuánto amor llamar porfía»!
¡Y cuántas, hermosura soberana,
«Mañana le abriremos», respondía,
para lo mismo responder mañana!.
El crimen fue en Granada (Antonio Machado)
El poeta Sevillano, decidió escribir estos emotivos versos de amistad para su colega Federico García Lorca, fusilado por los sublevados en el contexto de la guerra civil española que empezó en 1936 y duró 3 largos años, destruyendo en el país que acabó reducido a un montón de ruinas y polvo.
“Se le vio, caminando entre fusiles,
por una calle larga,
salir al campo frío,
aún con estrellas de la madrugada.
Mataron a Federico
cuando la luz asomaba.
El pelotón de verdugos
no osó mirarle la cara.
Todos cerraron los ojos;
rezaron: ¡ni Dios te salva!
Muerto cayó Federico
—sangre en la frente y plomo en las entrañas—
… Que fue en Granada el crimen
sabed —¡pobre Granada!—, en su Granada.” (1-14)
Poemas cortos de amistad
Gacela de la amistad (Carmen Díaz Martí)
Una voz femenina, nos narra las bondades de la amistad, con una lírica idealizante, nos transporta nostálgicamente hacia los deseos más profundos de cuidar a los amigos, para que duren, para que no se convierten en las cenizas de un mundo que se desvanece.
La amistad es una ráfaga de peces luminosos,
y te arrastra
hacia un océano feliz de mariposas.
La amistad es un plañir de campanas
que invocan el aroma de los cuerpos
en un jardín amanecido de heliotropos.
Innormal 79 (Carlos Miguel Cortes)
De amigos y abrazos, no habla también el joven artista Carlos Miguel Cortés, que plasma en este poema corto, todos los buenos sentimientos que dos buenos amigos se pueden llegar a trasmitir con un simple abrazo.
Estos versos se entienden en el conjunto de una antología que no habla precisamente de amistad, sino que esta última se entiende como un pilar fundamental para superar un desamor.
Las personas que saben dar abrazos
Saben que el objetivo no es rodear
A la otra persona con los brazos,
Sino acercar el corazón propio al otro.
Allende (Mario Benedetti)
De nuevo Benedetti dedicándole unos sinceros versos a su amigo Salvador Allende, el que fuera presidente de Chile derrocado por las armas.
Nos narra con toques idealizantes de su muerte, ahora sabemos que fue un suicidio, en el palacio de la moneda, la sede presidencial, mientras los golpistas la bombardeaban.
“Para matar al hombre de la paz
para golpear su frente limpia de pesadillas
tuvieron que convertirse en pesadilla
para vencer al hombre de la paz
tuvieron que congregar todos los odios
y además los aviones y los tanques
para batir al hombre de la paz
tuvieron que bombardearlo hacerlo llama
porque el hombre de la paz era una fortaleza” (1-9)
Poesías largas de amistad
Poema de la amistad (Octavio Paz)
En estos versos, el autor nos da su visión de la amistad como una necesidad sin la que no se puede tener vida, una visión marcada por la experiencia que da los años con un ritmo intenso y una musicalidad pegadiza.
La amistad es un río y un anillo.
El rio fluye a través del anillo.
El anillo es una isla en el río.
Dice el río: antes no hubo río, después sólo río.
Antes y después: lo que borra la amistad.
¿Lo borra? El río fluye y el anillo se forma.
La amistad borra al tiempo y así nos libera.
Es un río que, al fluir, inventa sus anillos.
En la arena del río se borran nuestras huellas.
En la arena buscamos al río: ¿dónde te has ido?
Vivimos entre olvido y memoria:
este instante es una isla combatida por el tiempo incesante.
Alma ausente (Federico García Lorca)
Este es un poema largo que el autor granadino decidió dedicar a su recién fallecido amigo Ignacio Sánchez Mejías, con el que compartió grandes inquietudes y que, además, al igual que García Lorca, también formó parte de la generación del 27, siendo este uno de los poetas más activos de la misma.
No te conoce el toro ni la higuera,
ni caballos ni hormigas de tu casa.
No te conoce tu recuerdo mudo
porque te has muerto para siempre.
No te conoce el lomo de la piedra,
ni el raso negro donde te destrozas.
No te conoce tu recuerdo mudo
porque te has muerto para siempre.
El otoño vendrá con caracolas,
uva de niebla y montes agrupados,
pero nadie querrá mirar tus ojos
porque te has muerto para siempre.
Porque te has muerto para siempre,
como todos los muertos de la Tierra,
como todos los muertos que se olvidan
en un montón de perros apagados.
No te conoce nadie. No. Pero yo te canto.
Yo canto para luego tu perfil y tu gracia.
La madurez insigne de tu conocimiento.
Tu apetencia de muerte y el gusto de su boca.
La tristeza que tuvo tu valiente alegría.
Tardará mucho tiempo en nacer, si es que nace,
un andaluz tan claro, tan rico de aventura.
Yo canto su elegancia con palabras que gimen
y recuerdo una brisa triste por los olivos.
Ay voz secreta del amor oscuro
¡ay balido sin lanas! ¡ay herida!
¡ay aguja de hiel, camelia hundida!
¡ay corriente sin mar, ciudad sin muro!
¡Ay noche inmensa de perfil seguro,
montaña celestial de angustia erguida!
¡ay perro en corazón, voz perseguida!
¡silencio sin confín, lirio maduro!
Huye de mí, caliente voz de hielo,
no me quieras perder en la maleza
donde sin fruto gimen carne y cielo.
Deja el duro marfil de mi cabeza,
apiádate de mí, ¡rompe mi duelo!
¡que soy amor, que soy naturaleza!
En este mismo instante (José Agustín Goytisolo)
Este poema toma sentido en el contexto de la guerra civil, nos cuenta cómo encerraron y torturaron a muchos de sus amigos intelectuales por no ser fieles a los golpistas.
Es una crónica triste que nos trae a los funestos días de la España de los años 30.
En este mismo instante
hay un hombre que sufre,
un hombre torturado
tan sólo por amar
la libertad. Ignoro
dónde vive, qué lengua
habla, de qué color
tiene la piel, cómo
se llama, pero
en este mismo instante,
cuando tus ojos leen
mi pequeño poema,
ese hombre existe, grita,
se puede oír su llanto
de animal acosado,
mientras muerde sus labios
para no denunciar
a los amigos. ¿Oyes?
Un hombre solo
grita maniatado, existe
en algún sitio. ¿He dicho solo?
¿No sientes, como yo,
el dolor de su cuerpo
repetido en el tuyo?
¿No te mana la sangre
bajo los golpes ciegos?
Nadie está solo. Ahora,
en este mismo instante,
también a ti y a mí
nos tienen maniatados.
Poemas bonitos de amistad
Amigos que nos dejaron para siempre (Edgar Allan Poe)
El escritor norteamericano, escribió estos versos para recordar a un amigo que tristemente falleció.
En él podremos apreciar con un estilo fino y transparente el dolor por la pérdida de un ser querido como fue para él su amigo.
Amigos que por siempre
Nos dejaron,
Caros amigos para siempre idos,
¡Fuera del Tiempo
Y fuera del Espacio!
Para el alma nutrida de pesares,
Para el transido corazón, acaso.
Los amigos (Julio Cortázar)
El celebérrimo autor de Rayuela, escribe en verso sus sentimientos de amistad, o más bien, lo que esta significa para él, a través de las figuras de los que ya no están porque la vida decidió que su momento ya había llegado.
En el tabaco, en el café, en el vino,
al borde de la noche se levantan
como esas voces que a lo lejos cantan
sin que se sepa qué, por el camino.
Livianamente hermanos del destino,
dióscuros, sombras pálidas, me espantan
las moscas de los hábitos, me aguantan
que siga a flote entre tanto remolino.
Los muertos hablan más pero al oído,
y los vivos son mano tibia y techo,
suma de lo ganado y lo perdido.
Así un día en la barca de la sombra,
de tanta ausencia abrigará mi pecho
esta antigua ternura que los nombra
Algunas amistades son eternas (Pablo Neruda)
El eterno poeta chileno, lejos del estilo de sus poemas de amor, nos habla de cómo las amistades son capaces de cambiarte la visión del mundo y la propia personalidad, de que cómo las óptimas compañías consiguen mejorarte hasta convertirte en una persona totalmente distinta a la anterior.
“Algunas veces encuentras en la vida
una amistad especial:
ese alguien que al entrar en tu vida
la cambia por completo.
Ese alguien que te hace reír sin cesar;
ese alguien que te hace creer que en el mundo
existen realmente cosas buenas.
Ese alguien que te convence
de que hay una puerta lista
para que tú la abras.” (1-10)